En un ataque de rabia al no conseguir montar una barbacoa, Homer crea (sin saberlo) una escultura de arte moderno. La propietaria de una galería de arte, Astrid Weller, lleva la «obra» de Homer a su galería y es comprada por Burns. Homer se hace famoso y Marge, que siempre ha intentado destacar en temas artísticos, se siente frustrada ante el éxito que Homer consigue de casualidad.