Cuando Lisa intenta, sin éxito, buscar algo interesante en su herencia familiar para un trabajo del colegio, decide tomarse una licencia creativa y decir que tiene herencia nativo americana, ya que piensa que, como sólo es un trabajo para el colegio, no importará si no cuenta la verdad. Lo que empieza como un inocente adorno se convierte al poco tiempo en una sucesión de mentiras cuando Lisa es elegida para representar al colegio y a «su gente» en el ayuntamiento y, más tarde, como portavoz clave del Concilio Nacional de la Tribu Nativo Americana. Por otro lado, como recompensa a un heroico acto de Bart, se le concede un permiso de conducir, pero poco después, harto de servir de chófer para Homer, escapa a una ciudad lejana donde comienza un romance con una chica adolescente mayor que él y que espera de Bart mucho más de lo que él podría imaginar.